Según el diccionario de la Real Academia Española, la hortaliza es una “planta comestible que se cultiva en las huertas.” De hecho, la palabra procede del vocablo latín hortal (hortalis), que significa huerto. Las hortalizas son esenciales en la alimentación humana, y hay tal diversidad que aportan a las recetas gran variedad de matices de sabor y textura.
Clasificación de hortalizas: ¿qué parte de la planta te comes?
Las hortalizas se suelen clasificar en función de la parte de la planta que se come. Así encontramos:

Bulbos, entre los que se hallan algunos reyes de la dieta mediterránea, como ajo y cebolla, sin olvidar el puerro o el hinojo, este último ideal para dar un toque a fondos y caldos.
De hoja. Dentro de este grupo, a modo de ejemplo, encontramos endivia, rúcula, lechuga, etc, usadas habitualmente en crudo para ensaladas; repollo y espinaca, consumidas en crudo, hervidas o blanqueadas; y acelga, que se consume hervida.
Tallos. Probablemente los más populares, el apio, ideal para caldos, ensaladas, guisos, etc. y los espárragos.
Flores. A parte de las flores comestibles, entran en este grupo hortalizas tan populares en gastronomía como la alcachofa, la coliflor, el brócoli o brécol, etc.

Frutos. Tomate, pimiento, berenjena, pepino, calabacín, aguacate… Y una larga lista de variadas posibilidades culinarias: asadas, fritas, guisadas…
Tubérculos. La máxima exponente a nivel mundial de este grupo sería la patata, aunque no debemos olvidar otros tubérculos como la yuca o mandioca, la batata, etc.
Raíces. Ofrecen también variedad de uso, como el rábano en ensaladas pero también en salsas (como la salsa Albert, típica de la cocina inglesa), el nabo, la remolacha y la versátil zanahoria.