¿Te ha sobrado pan? ¿Quizás es de hace dos o tres días? ¿Los vas acumulando hasta que está tan duro que parece imposible hacer nada con él? Pues no lo tires, porque siempre puedes sacar partido al pan duro y aquí te explicamos cómo.
Del picatoste al pan rallado: cómo reparovechar el pan de hace unos días
Hay muchas formas de conservar el pan, desde la panera o la bolsa de algodón hasta el congelador (ver aquí formas de almacenar y conservar pan en casa), pero aún así, al ser un alimento básico de consumo diario en muchos hogares, tendemos a almacenar pan de más. Cuando aún no está duro del todo, de modo que es cortable y relativamente manejable, pero ya es tarde para mandarlo al congelador y que conserve sus propiedades, hay dos posibilidades de alargar la vida del pan para reutilizarlo cuando más nos convenga: hacer picatostes o pan rallado.

En ambas, lo ideal es acabar de eliminar la humedad del pan. Y para ello lo mejor es tostarlo. Como estamos hablando de reaprovechamiento, para tostarlo también podemos reaprovechar el calor residual del horno para tostarlo, tras cualquier preparación que hayamos hecho previamente. Lo haremos habiendo cortado el pan previamente: si son picatostes, troceado ya en dados; si es para pan rallado, en trozos manejables para nuestra picadora.
Incluso podemos aromatizar los picatostes, antes de tostar, refregando el pan con un poco de ajo, pintándolo con aceite de oliva y alguna hierba aromática, etc. Y luego, esos picatostes, aromatizados o no, pueden ir a parar a una ensalada, se pueden convertir en los tropezones de alguna sopa fría como el gazpacho, de cremas de verduras en caliente, etc. Incluso pueden funcionar como espesante para la salsa de guisos si los incorporamos a una picada junto a algunos frutos secos.
En cambio, para pan rallado, no hace falta aromatizar antes de tostar y rallar el pan. Simplemente lo rallamos tras el tostado y luego, a la hora de rebozar, es cuando podemos mezclarlo con algunas especias e incluso semillas como para dar sabor a nuestros empanados (ver aquí).
Platos para reaprovechar pan duro: espesante para sopas
Hay platos donde el pan duro puede adquirir protagonismo, como por ejemplo, la sopa de cebolla. Esta, tradicionalmente, lleva unas tostadas por encima con queso que se gratina en el horno. Al gratinar van sobre la sopa, y que el pan previamente esté duro nos permite que no se empape antes de que se gratine el queso, a la par que aprovechamos el gratinado para que quede tostado (ver aquí receta de sopa de cebolla).

Pero el pan bien duro también se puede convertir en un nutritivo espesante de sopas, precisamente porque el caldo lo que hará es humedecerlo y dejarlo prácticamente desecho, dando cremosidad al plato. Es lo que pasa con la sopa de ajo (ver aquí receta) o la sopa de tomate (ver receta aquí). En estos casos, se incorpora el pan con el caldo bien caliente, casi al final de la preparación, para favorecer este proceso.
Y en este mismos sentido, el pan duro se reaprovecha también en sopas frías como el gazpacho (ver aquí receta) o el salmorejo (ver aquí receta). Aquí lo humedecemos con la preparación y lo trituramos para que quede totalmente integrado.
Cómo reaprovechar pan duro: platos con pan duro como protagonista
Y siempre, con pan bien duro, podemos elaborar platos donde se convierte en el auténtico protagonista. Para el desayuno, se pueden hacer una sencilla sopa de leche, donde simplemente hay que poner al fuego la leche con unas rebanadas de pan duro para para remover y apagar cuando alcance el hervor. Ideal para el invierno, se aromatiza con canela y, si somos dulces, un poco de azúcar e incluso cacao.
Dentro del mundo dulce, y jugando también con la leche infusionada con canela y algún cítrico, el pan duro es el ingrediente imprescindible para preparar desde unas tradicionales torrijas, que pasan por la fritura de las rebanadas del pan remojado en la infusión; a unas tostadas francesas.
Y de entre los platos salados, el pan duro es el ingrediente central de las migas. Para ello se remoja el pan en agua, mientras en una cazuela se sofríe ajo e ingredientes al gusto (desde panceta y chorizo a salichichas: hay tantas posibilidades como cocineros) que luego se retiran para incorporar el pan escurrido en el aceite ya aromatizado hasta, con tiempo y una espátula, conseguir que el pan pierda de nuevo la humedad y quede reconvertido en migas que se sirven con los ingredientes que dieron sabor al pan. Y a disfrutar.
Así que, no tires el pan duro: siempre puede convertirse en un manjar.