El chocolate de cobertura es un tipo de chocolate que puede ser negro, con leche o blanco, pero siempre untuoso. Se emplea sobre todo para elaborar bombones y cubrir bizcochos, tartas, pasteles… ¿Quieres saber cómo?
Para qué se emplean las coberturas de chocolate

El chocolate de cobertura, el más empleado en repostería ya que resulta más moldeable, puede ser chocolate negro o chocolate con leche, con diversas proporciones de pasta de cacao y alrededor de un 30% de manteca de cacao, que es lo que le da la untuosidad o chocolate blanco (ver aquí tipos de chocolate). La cobertura de chocolate nos permitirá, desde cubrir tartas, bizcochos, magdalenas, frutas, frutos secos, etc. hasta manipular el chocolate para elaborar bombones, trufas, nuestras propias tabletas, etc.
Cómo preparar coberturas de chocolate
El primer paso es derretir el chocolate de cobertura. Es importante que el chocolate no entre en contacto con el agua, pues esto lo espesaría. Por ello lo partimos en trozos y lo llevamos al baño maría (ver aquí técnica de cómo hacer un baño maría). A partir de aquí se va removiendo poco a poco para que se deshaga (sin que llegue a hervir, la idea es sólo deshacerlo y esto se consigue con entre 40 y 50ºC de temperatura).
Cuando empiece a adquirir cierta cremosidad, se puede empezar a personalizar la receta aromatizándolo (con esencia de vainilla, por ejemplo) u añadiendo al chocolate, de forma progresiva, el licor que se desee (ron, whiskey, cointreau, brandy, etc.). A su vez, si se va a emplear para cubrir tartas o bizcochos, también se puede añadir crema de leche para darle mayor cremosidad (unas dos cucharadas de crema de leche por 250 gramos de chocolate).
Recetas fáciles de postres con coberturas de chocolate a tu gusto

Una vez derretido, se retira del fuego y, atemperado pero cremoso, ya se puede verter sobre la tarta o el bizcocho, para luego dejarlo reposar y que endurezca.
Sobre papel de aluminio, preparadas con anterioridad, también podemos tener frutas troceadas (kiwi, plátano, fresas, naranja, etc.) o frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc). Vertemos por encima creando una pequeña capa y dejamos enfriar par que endurezca.
También se pueden mezclar los frutos secos con la cobertura deshecha en el cazo y luego vertemos el conjunto en un molde: ya sean moldes individuales, ya sea en uno para tableta. En este último caso, se puede dejar reposar unos cuatro o cinco minutos en nevera, y frío pero antes de que endurezca totalmente, podemos trocear dando las formas que se desee (ver aquí recetas de rocas de chocolate y almendras).